Contemplando el techo de la habitación, le es difícil saber cuál razón es más trascendente para levantarse. Él cree que la vida vale lo mismo estando dormido que despierto; y tiene miedo de encontrarse viviendo nada más, de una existencia sin sentido. Nuestro adolescente aún no sabe que la vida es un sueño que se puede y debe asimilar.
Para este joven aprendiz la vida comienza a doler, pero no sabe bien el para qué de dicho sentir. Es una edad en donde el sufrimiento aparece, solo, así sin avisar, pero permeando toda realidad. Su papá lo sabe, pero desconoce que para su hijo el mundo es Instagram, la autoestima es correlativa a un like.
Si el hombre no llega a preguntarse para qué vive, lo llamaremos Truman.
El adolescente que no sabe para qué vivir, ve todo sin mirar.
Habla solo sin orar.
Muy nteresante. un saludo.
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