El ser mamá se vuelve un sueño que zarpa hacia aguas sin regreso. El ser padre es una idea que llegó pronto y se va aún más rápido. Ana y Roberto tuvieron un noviazgo considerablemente normal, se hablaron de todos los temas importantes para toda relación, sobre todo de la apertura a la vida. Incluso antes de decir sí, María, Luis y Ana Lucía ya existían en la cabeza de ambos.
Después de seis años de casados, la esperanza comienza a opacarse por la culpa. Los ánimos de Roberto se apagan ante el pesimismo de Ana. El no poder tener hijos es una realidad que ya empezaron a aceptar. La baja autoestima de Roberto y la depresión de Ana son ahora compañeras fieles de la infertilidad.
Este matrimonio se sienta a la mesa para pensar seriamente en la opción de realizar un acto de generosidad a mayor escala, adoptar.